Monday, April 25, 2011

En el Medio de la Noche

     Soy un objeto que está temido y adorado al mismo tiempo. Mi lugar favorito en todo el mundo a vivir es Colombia... es mi casa. Pero, no estoy feliz nunca más, ya. Nunca querría ser lo que soy. Mis dueños siempre me maltratan. Me toman todos los días y me culpan para todas las acciones, todo el tiempo. No me gustan las acciones de mis dueños cuando me toman. Les fuerzo hacer muchas cosas terribles, pero no quiero; las cosas son mis efectos, no puedo evitarlos. Yo no estaba creado para este... soy una droga que se llama “cocaína”.
Cocaína.
     Recuerdo que cuándo los españoles vinieron al América del Sur hace muchos siglos. Me encontraron y no sabían lo que era. Ellos trataban comerme, pero tenía un sabor amargo y ácido. Después, sentaban muy relajados y reclamaban que yo fue la causa. Los doctores españoles decidían tratar de encontrar mis utilidades medicinales. Como resultado, encontraban que me adormece el piel si alguien resultó herido, que yo no era la comida... pero un tratamiento muy fuerte. La vida era buena entonces, yo estaba acostumbrado para la bienestar de la gente. Ahora, no. Ahora mi vida es oscura y triste.
     Conocí a mi nueva dueña ayer. Ella está muy joven, pero no parece su edad; las luchas de su pasado han hecho de esta manera. El narcotraficante, Juan, dijo que su nombre es Marcela y que ella tiene dieciocho años... pero los ojos de ella dijeron algo diferente. Juan y Marcela hablaban por lo que parecieron horas sobre de lo que ella tenía que hacer: ella no me comería por esparcimiento. Ella sería una mula para Juan; ella me transportará a los Estados Unidos y, a cambio, Juan le dará mucho dinero. ¿Sabe ella lo que está aceptando? ¿Sabe ella los riesgos para las mulas? En realidad, ella es tan joven para este. Ellos estuvieron de acuerdo en un tiempo para que ella volviera y Juan me coloqué en una caja fuerte para la tarde.
Bolsas llena de drogas.
     No obstante, son las dos y media de la mañana y puedo ver que han vuelto. Juan ha abierto la caja... y está vertiendo en bolsas pequeñitas. Una por una, ella se hace de tragarme. Viajamos hasta su estómago y dejar allí por ahora. Puedo oír a Juan, “Eres lo suficiente grande. Tienes que tragar todas las cien bolsas. ¡Date prisa! Su avión sale a las seis y media”.
    [Diez horas luego] No recuerdo mucho... solamente recuerdo estar en el estómago de Marcela. Pero, ella está enferma y yo puedo oír las voces de dos hombres. Ellos están gritando a Marcela, “¡Date prisa ahora! No tenemos mucho tiempo”. Ella está tratando a decirles que algo está muy mal, “No puedo... no puedo. Estoy muy enferma; estoy sudando muchísimo. ¿No pueden verlo?”. Ella está respirando con dificultad... no sabemos que yo estoy escapando de las bolsas. Las bolsas se rompieron en el avión y estoy matando a ella lentamente y penosamente.
     Sabía que esto iba a suceder. Soy peligroso... ¿por qué ella no podía ver? Su cuerpo está cerrando, y ¿por qué? Porque ella fue descuida; ella jugó con fuego... y se quemó. La única cosa que hacer es esperar ahora. Esperar y rezar a dios. Sólo un objeto, no puedo hacer más.

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